viernes, 29 de abril de 2016

La pasión por rescatar la historia

24 abril, 2016 • Córdoba
El Buen Tono

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Córdoba.-  Por las paredes de la vieja y enorme casona se respira historia. El olor que se percibe es distinto, huele a testimonio de la evolución histórica de Veracruz y México, a dos siglos de pasado.
Son más de 60 mil libros, documentos, folletos, enciclopedias, aunque en realidad suman cerca de 120 mil obras ya digitalizadas, que ven pasar el tiempo, pero que lo hacen bajo resguardo, bajo cuidado de manos expertas que aman la historia.

El paso de los hombres mexicanos del siglo XIX, XX y del XXI se encuentra concentrado en esta vieja casa, ubicada en la ciudad de Xalapa, que alberga el Archivo General del Estado de Veracruz.
Con viejas prácticas de restauración y cuidado (como coser a mano libros), pero también con alta tecnología y, sobre todo, con un gran amor a los antiguo, se preservan documentos de hombres ilustres y no tan ilustres como Antonio López de Santa Anna, Guadalupe Victoria, Benito Juárez, Porfirio Díaz e incluso oficios de apoyo de becas a imberbes jóvenes artistas, que a la postre ganarían un nombre, como Diego Rivera. “Es una emoción que es difícil de describir el estar rodeado de tanta historia, sobre todo porque se plasman sueños y esperanza de mucha gente que no sabía el destino final de esa gestión que estaba haciendo”, asegura la Directora del Archivo, Olivia Domínguez Pérez.
Con más de 25 años de luchar para preservar los documentos e imágenes históricas, recuerda que siendo joven escuchó a uno de sus maestros que investigaba por pasión y con el paso de los años lo entendió.

“Hago mi trabajo por pasión y estar rodeado aquí es mi mayor compromiso y pasión, porque siempre he creído que debemos conocer la historia para no volver a cometer los errores que desgraciadamente lo hacemos por desconocimiento”, agrega la menudita mujer.

Durante años ha luchado contra la burocracia para obtener recursos y preservar la historia y gracias a que jamás ha cesado, la investigadora cuenta con una de las mejores instalaciones de preservación de todo el país.

En enormes galerones almacena los documentos en papel, a una temperatura ambiente especial, divididos en secciones y con sistemas especiales contra incendios, que de activarse sueltan un químico especial que sofoca las llamas pero no daña los documentos.

También logró la construcción de un pequeño cuarto hermético, libre de oxigeno y, por ende, de bacterias que pudieran dañar los más de 60 mil negativos de imágenes y tres mil fotografías, algunas de las cuales muestran la invasión norteamericana al puerto de Veracruz y la bandera de Estados Unidos, ondeando en el Baluarte de San Juan de Úlúa. “Tenemos un gran acervo…  pero una de nuestras joyas, es el acervo de Joaquín Santamaría, el cual tiene entre imágenes de cristal y de nitrato celulosa como unos 60 mil  negativos”, dice orgullosa.

El acervo fotográfico se incrementó cuando hace un par de años, personal del área de fotografía del Archivo se dedicó a recorrer las rancherías, pueblos y comunidades de toda la geografía veracruzana para recuperar esas viejas imágenes de antaño impresas en papel.

“Se detectaron que había unos 60 fotógrafos veracruzanos  hasta los años 40’S y otro acervo muy importante es el acervo Leonardo Pasquel, que también nos aportó una radiografía de los fotógrafos de los años 40’S  y 50’S  con una ficha muy detallada al reverso de la imagen”, recuerda.Actualmente se cuenta con 87 fondos fotográficos que se integran de fotografías originales, negativos en diversos formatos. Dentro del proceso de catalogación existen, fichas de catalogo y guías generales de los fondos fotográficos.

Incansable, consiguió brincar a la era de la tecnología. Durante toda su gestión ha digitalizado esos 120 mil documentos históricos, los cuales alberga, también en un cuarto especial y con una temperatura especifica, en enormes centros digitales.

“Desgraciadamente en Veracruz, en el Siglo XIX tuvo mucha inestabilidad y por aquí entraban las intervenciones extranjeras, eso provocó la perdida de memoria histórica y la última pérdida fue en la Revolución Mexicana, porque cuando se tomaban las poblaciones lo primero que se tomaban eran los Palacios Municipales como centros de poder y se les incendiaba y ahí estaban los archivos”, recuerda la Directora.

A pesar de ello, por los pasillos y enormes estantes se encuentran memorias e informes de Jefes políticos y cantonales del régimen porfirista; de las revoluciones del Estado de Veracruz; tratados y convenciones vigentes; mientras que la hemeroteca resguarda publicaciones oficiales, periódicos de circulación nacional, estatal y regional, así como revistas, folletos y hasta boletines.
Por ejemplo, hay publicaciones como El Zempoalteca (1850), El Periódico Oficial (1872), El Iris Veracruzano (1883); y de periódicos de circulación nacional como El Universal (1950-2010), El Nacional (1964-2010), El Día (1962-2010), entre otros diarios.

La directora cuida como sus hijos todo documento. “No hay uno en especial, porque todos para mí son valiosos, por ejemplo, uno que me impactó mucho y que siempre lo monitoreo y digo: ¡ay! que esté en buenas condiciones y siempre pregunto por él, es el primer ejemplar de la carta geográfica de la República Mexicana, donde aparece el estado de Veracruz ya con la forma que tiene actualmente”.
Para lograr mantener los archivos intactos, el Archivo General cuenta con decenas de especialistas, uno de ellos es José Luis Barrada López, quien en el organigrama oficial aparece como “Operador de Servicios Gubernamentales”, pero en realidad es un archivista y restaurador de libros y planos antiguos.

“Es algo muy bonito tratar de conservar algo que va a seguir perdurando y sigue como testimonio para las generaciones futuras, y como somos historiadores para nosotros es una gran satisfacción conservar ese tipo de documentos”, suelta ataviado con cubrebocas y guantes especiales que impiden dañar los antiguos documentos.

En la actualidad, dice, en muchas ocasiones no se le presta tanto la atención a los archivos y en muchos lugares se encuentran abandonados, cuando –afirma- “ahí se podría rescatar mucho la historia que aún desconocemos”

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